LECTURA ETICA NOVENO
“MITO
Y REALIDAD” Mircea Eliade.
“(…) El mito es una realidad cultural extremadamente
compleja, que puede abordarse o interpretarse en perspectivas múltiples y
complementarias.
Personalmente la definición que me parece menos
imperfecta, por ser la más amplia, es la siguiente: el mito cuenta una historia
sagrada; relata un acontecimiento que ha tenido lugar en el tiempo primordial,
el fabuloso tiempo de los “comienzos”. Dicho de otro modo: el mito cuenta cómo,
gracias a las hazañas
de Seres Sobrenaturales, una realidad ha venido a la existencia, sea ésta la
realidad total, el cosmos, o solamente el fragmento de una isla, una especie de
vegetal, un comportamiento humano, una institución. Es, pues, simplemente el
relato de una “creación”: se narra cómo algo ha sido producido, ha comenzado a
ser. El mito no habla de lo que ha sucedido realmente, de lo que se ha manifestado
plenamente. Los personajes de los mitos son Seres Sobrenaturales. Se les conoce
sobre todo por lo que han hecho en el tiempo prestigioso de los “comienzos”.
Los mitos revelan, pues la actividad creadora y desvelan la sacralidad de sus obras. En
suma, los mitos describen las diversas, y a veces dramáticas irrupciones de lo
sagrado o (sobrenatural) en el mundo. Es esa irrupción de lo sagrado lo que fundamenta realmente
el Mundo y la que le hace tal como es hoy día. Más aún: el hombre es lo que es hoy, un ser mortal, sexuado
y cultural, a consecuencia de las intervenciones de los sobrenaturales.
… Importa subrayar un hecho que no parece esencial: el mito se considera como una
historia sagrada y, por tanto, una “historia verdadera”, puesto que se refiere
siempre a realidades. El mito cosmogónico es
“verdadero”, puesto que la mortalidad del hombre lo prueba, y así
sucesivamente.
… Mientras que las “historias falsas” pueden cortarse
en cualquier momento y en cualquier sitio, los mitos no deben recitarse más que durante un lapso
sagrado (generalmente durante el otoño o el invierno, y únicamente de noche).
Esta costumbre se conserva incluso en pueblos que han sobrepasado el estadio arcaico de la cultura. Entre
los turco-mongoles y los tibetanos, la recitación de cantos épicos del ciclo y
el invierno. La recitación se asimila a un poderoso encanto. Ayuda a obtener
ventajas de toda índole, especialmente éxito en la caza y en la guerra. La
recitación provocaba, pues, la presencia real del héroe
.
(…) Estas
observaciones preliminares
bastan para
precisar ciertas notas características del mito. De una manera general
se puede decir que el mito, tal como es vivido por las sociedades arcaicas, a)
constituye la historia de los actos de los Seres Sobrenaturales; b) que esta
Historia se considera absolutamente verdadera
(porque se refiere a realidades) y sagrada (porque es obra de los Seres Sobrenaturales; c) que el mito se refiere
siempre a una «creación», cuenta Cómo algo ha llegado a la existencia o cómo un
comportamiento, una institución, una manera de trabajar, se han fundado;
es ésta la razón de que los mitos constituyan los paradigmas de todo acto humano significativo; d) que al conocer el mito, se conoce el «origen»
de las cosas y, por consiguiente, se llega a dominarlas y manipularlas a
voluntad; no se trata de un conocimiento “exterior”, “abstracto”, sino de un
conocimiento que se “vive” ritualmente, ya al narrar ceremonialmente el
mito, ya al efectuar el ritual para el que sirve de justificación; e) que, de
una manera o de otra, se “vive” el mito, en el sentido de que se está dominado
por la potencia sagrada, que exalta los acontecimientos que se rememoran y se reactualizan.
“Vivir” los
mitos implica, pues, una experiencia verdaderamente «religiosa», puesto que se
distingue de la experiencia ordinaria, de la vida cotidiana. La
“religiosidad” de esta experiencia se debe al hecho de que se reactualizan
acontecimientos fabulosos, exaltantes. Significativos: se asiste de nuevo a las
obras creadoras de los Seres Sobrenaturales; se deja de existir en el mundo de todos los días y se
penetra en un mundo transfigurado, auroral, impregnado de la presencia de los Seres Sobrenaturales.
No se trata de una conmemoración de los acontecimientos míticos, sino de su
reiteración. Las personas del mito se hacen presentes, uno se hace su
Contemporáneo. Esto implica también que no se vive ya en el tiempo
cronológico, sino en el Tiempo primordial, el Tiempo en el que el
acontecimiento tuvo lugar por primera
vez. Por esta razón se puede hablar de “tiempo
fuerte” del mito: es el Tiempo prodigioso, “sagrado”, en el que algo nuevo, fuerte y significativo se manifestó
plenamente. Revivir aquel tiempo, reintegrarlo lo más a menudo posible, asistir
de nuevo al espectáculo de las obras divinas, reencontrar los seres
sobrenaturales y volver a aprender su lección creadora es el deseo que puede
leerse como en filigrana en todas las reiteraciones rituales de los mitos. En
suma, los mitos revelan que el mundo, el hombre y la vida tienen un origen y
una historia sobrenatural, y que esta historia es significativa, preciosa y
ejemplar.
(…) Bronislav Malinowski trató de desentrañar la
naturaleza y función del mito en las sociedades primitivas: “Enfocado en lo que
tiene de vivo, el mito no
es una explicación destinada a satisfacer una curiosidad científica, sino un
relato que hace revivir una realidad original y que responde a una profunda
necesidad religiosa, a aspiraciones morales, a coacciones e imperativos de
orden social, e incluso a exigencias prácticas. En las civilizaciones
primitivas el mito desempeña una función indispensable: expresa, realza y
codifica las creencias; salvaguarda los principios morales y los impone;
garantiza la eficacia de las ceremonias rituales y ofrece reglas prácticas para
el uso del hombre. El mito
es, pues, un elemento esencial de la civilización humana; lejos de ser una vana
fábula, es, por el contrario, una realidad viviente a la que no se deja de
recurrir; no es en modo alguno una teoría abstracta o un desfile de
imágenes, sino una verdadera codificación de la religión primitiva y de la
sabiduría práctica (…). Todos estos relatos son para los indígenas la expresión
de una realidad original, mayor y más llena de sentido que la actual, y que
determina la vida inmediata, las
actividades y los destinos de la humanidad. El
conocimiento que el hombre tiene de esta realidad le revela el sentido de los
ritos y de los preceptos
de orden moral, al mismo tiempo que el modo de cumplirlos”.
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